No en vano, el Principado es el origen del Camino, y dispone de tres itinerarios cada uno con su propio carácter, que permiten organizar tu propio viaje y además, sentirte parte de una historia que supera el individualismo, otro de los lastres absurdamente urgentes de estos tiempos. Y ante el narcisismo, qué mejor que nuestros mitos colectivos, que las leyendas y narraciones heredadas y que también se encuentran entre los bosques, acantilados, playas y cordilleras. Entre los pueblos, donde el único ruido lo aportamos nosotros.
Nuestra leyenda comienza con un ermitaño, un sepulcro iluminado por la providencia y un monarca que parte con su corte a comprobar el fenomenal hallazgo. El Camino Primitivo ya indica con su nombre lo que te espera: concejos de la Asturias interior montañosos, proclives al aislamiento y la tranquilidad. Es el trayecto que realizó el rey Alfonso II en el siglo IX para ver los restos del apóstol. Recorre 145,6 kilómetros entre Oviedo/Uviéu y Grandas de Salime – Puerto del Acebo (o 141,9 por la denominada variante de los Hospitales). En esas siete etapas, se incluyen algunos puertos, como el Alto del Escamplero, La Espina y el Puerto del Palo, cuyo esfuerzo para coronarlos es proporcional a la belleza que sus cimas regalan, y también, a la concentración que requieren sus bajadas. En cada etapa encontrarás taxis, transporte de equipajes y cualquier otra asistencia que precises. Temperaturas templadas desde marzo hasta octubre. Una estupenda red de albergues, la posibilidad de planificar como quieras, y conexiones aeroportuarias y de alta velocidad ferroviaria. Es fácil llegar, no tanto marchar.
Si como región Asturias alberga los Picos de Europa y siete Reservas Naturales de la Biosfera, el paisaje específico del Camino Primitivo es también magnífico en lo que alberga: puertos de montaña, bosques de especies autóctonas, ríos vírgenes y valles. Vestigios de hospitales, monasterios y villas históricas. En localidades Las Regueras, termas romanas. En Tinéu, arquitectura indiana. En Grandas de Salime, casonas de arquitectura tradicional, y el Chao Samartín, un yacimiento arqueológico castreño que se remonta a finales de 800 AC, en la Edad del Bronce.
Vayas por donde vayas, en Asturias, pionera en el turismo sostenible desde los años ochenta del siglo pasado, eres el Camino porque participas. Lo compruebas en el segundo Camino, también conocido como Camino de la Costa o Camino del Norte: la ruta jacobea clave para los peregrinos de la Europa atlántica. Entra en Asturias procedente de Cantabria, por la ría de Tina Mayor y la abandona cruzando la ría del Eo hacia Santiago. En total, alrededor de 280 kilómetros paralelos al mar Cantábrico, repartidos en 13 etapas (desde Bustio a Abres) adaptables a cada ritmo y 21 concejos, que se han ganado a pulso el apodo del “camino más bonito de todos”. Es este Camino el único trayecto marinero jacobeo español, a través del cual recuperar nuestra relación con el litoral. En Ribadesella/Ribeseya, Gijón/Xixón, Navia o en localidades más pequeñas como Priesca, A Veiga/Vegadeo o Cadavéu, encontrarás un modelo sostenible intrínseco al Principado. Una delicia para el cicloturismo y el senderismo.
Se cumplen ahora diez años desde la declaración de la Unesco de los Caminos del Norte como Patrimonio de la Humanidad, de los cuales, dos recorren Asturias: el Camino de la Costa y el Primitivo. Una efeméride para añadir el tercer recorrido, El Salvador, que comienza en León y llega a la Catedral de San Salvador de Oviedo/Uviéu, pues “Quien visita a Santiago y no al Salvador, atiende al criado y no al Señor”. Con vistas tan impresionantes como las del Puerto de Pajares, y con destinos tan especiales como Mieres del Camín (que debe su nombre, precisamente, al Camino de Santiago), donde descubrirás la esencia de la cultura minera asturiana, que ha forjado el temperamento de generaciones de picadores y estibadores, una forma de ser tan singular como amistosa, resistente y admirable. Su patrimonio industrial, desde los castilletes de los pozos hasta los abundantes museos que recuerdan ese pasado, multiplican el atractivo. El Camino Primitivo, además, tiene conexión con el de la Costa (y también en sentido inverso).
Las tres opciones te sumergirán en ese andar distinto, que renovará tu cuerpo y mente, como lo hará el encuentro con gentes y, por supuesto, el descanso para alimentarte. La gastronomía asturiana no solo es única por sus sabores e ingredientes locales, sino porque se entiende como una relación con la naturaleza, con la alimentación, especial. No una simple referencia de recetas. Y no solo fabada y cachopo, por cierto: el arroz con bugre (bogavante), la sidra con centollo en la barra de un chigre, el pitu de caleya con su salsa sustanciada durante muchas horas de guiso lento. Los vinos de Cangas del Narcea, los oricios, los frixuelos, marañuelas, carajitos, arroz con leche y cientos de dulces. La comida y la bebida no solo te servirán de avituallamiento durante el Camino, sino que te aportarán un aliento especial. Ese que buscamos diariamente pero al que siempre le falta algo.
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